

EL EDIFICIO
Cerca de la casa donde vivo hay un caserón
viejo y roto cuya imagen rompe la armonía de la acera y de la calle. Su estado
no puede ser peor. La desidia y la dejadez de sus inquilinos primero y su
forzoso desalojo después, habían hecho del inmueble un paraíso de ratas, polvo
y abandono.
Un día pudimos observar como un grupo de
obreros se hacían con él y en pocas horas lo tiraban abajo. Y cuando el solar
estuvo limpio como la palma de la mano, llegó la invasión de nuevas máquinas
que movieron la tierra necesaria y al conseguir el nivel necesario, aún
escarbaron un pozo central donde se ubicaría el futuro ascensor y montaron en
él una grúa que nos dio idea de la altura que iba a tener la casa.
Así se empezaron a subir pisos, cuartos,
ventanas, etc. Sin embargo, nada hacía prever el desenlace… Un buen día, de eso
ya hace dos años, la actividad desapareció, los camiones se esfumaron, los
obreros se marcharon, las máquinas se fueron y el edificio se quedó a medio
acabar ante el estupor general. Al principio no le dimos importancia, pues
parecía una víctima más de la burbuja inmobiliaria, pero con el tiempo, su
situación llegó a ser peor que antes.
Y es que no persistir hasta el final es
fracasar. Igual pasa con el resto de las cosas. Cuando un espíritu inmundo sale
del cuerpo de un hombre, no puede quedar vacío de influencia. Si en este
momento no invita a Dios a que se adueñe de su vida, está perdido. Muy pronto,
aquel espíritu del mal vuelve a la casa limpia acompañado de amigos y el postrer estado de aquel hombre viene a
ser peor que el primero.
Roguemos al Arquitecto del cielo que impida
semejante desgracia.
Segur de Calafell 22 de Junio 2013- por Miguel Bou

Segur de Calafell 22 de Junio 2013- por Miguel Bou

Agradezco tuintroducción llena de buenas intenciones y sinceridad. ¡Nos veremos pronto!
ResponderEliminarde nada Miguel de nada. Hasta pronto!.
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